LA CANCIÓN DEL PIRATA

Palabra de otro tiempo, parecía ‘pirata’, y sacudió las agencias del nuevo milenio. Enviamos tropas de aquí allá para defender a los pesqueros de aquí… o de allá (a conveniencia de las banderas… de conveniencia). Luego no sabíamos qué hacer con ellos, porque la legalidad internacional dice esto, la ética eso, los tratados bilaterales aquello, el ánimo de escarmiento lo otro… pero más o menos afrontamos el problema, pagando o no, pagando o pagando en todo caso, a unos o a otros, a propios o ajenos, porque al final sufragar un ejército, comprar unas armas, no termina de estar muy claro a qué bolsillo enriquece.
Pero con los piratas de tierra adentro pasa algo distinto, porque puede ser discutible que yo te exija que me pagues cierto dinero por mirarme el careto, o por escuchar mi voz, o por decir mi nombre, pero LO REALMENTE GRAVE ¡¡¡ES QUE EL GOBIERNO ME LO PERMITA!!! Creo que en el tema de la S.G.A.E. erramos el objetivo: los ladrones por lógica quieren robar y deben querer, porque si no no lo serían, pero es labor de la Policía imperdíselo; en cambio, en las EspaÑas la situación es la contraria, y no sólo les engordamos la cuenta corriente sino que además le cedemos su guarida. Hay cosas que, definitivamente, son así porque nos lo merecemos; como me decía Leandro: “mexan por riba de nós e aínda dicimos que chove” (nos mean encima y aún decimos que llueve).